La Penn, cuando era Penn, Schoen & Berland, fue una de las firmas encuestadoras de mayor reconocimiento mundial. Sin embargo, por haber caído en la tentación de ser utilizada como estrategia de marketing en lugar de instrumento de medición, algo que dio lugar a ruptura entre los socios, se afectó de manera irreversible su credibilidad.
Hace más de una década se le comenzó a ver el refajo a la Penn con sus de-saciertos. En las elecciones de 2004 pronosticó que el PRD obtendría 19% y obtuvo un 33%. Luego en las elecciones de 2008 pronosticó que Miguel Vargas obtendría un 32% y obtuvo el 41%.
En términos internacionales no ha sido distinto. La firma vaticinó que Obama no tenía posibilidad de ser siquiera candidato para las elecciones de 2008 en Estados Unidos. En Venezuela pronosticó que Chávez perdería el referendo con una votación en contra del 59%, cuando en realidad ganó con una votación a su favor de 59%. En las elecciones presidenciales en dicho país dijo que Chávez tenía un 53% mientras Rosales tenía el 47%. Al final Chávez terminó con 63% y Rosales con 37%.
Ahora, a pocos días de las elecciones dominicanas, la Penn regresa al juego del manejo de la percepción, que si bien no se atreve a hacerlo con las cifras de las presidenciales, parece que con las municipales en el Distrito Nacional ha encontrado “incentivos” suficientes para nueva vez ensuciar su ya empobrecido prestigio.
Que la manipulación de los números sea tan burda de atreverse a cerrar una brecha de treinta puntos parece estar vinculado a los deseos de un grupo económico de apropiarse de la ciudad a cualquier precio.
La mayor evidencia es que los únicos medios que han avalado este intento de alterar la apreciación de los votantes son justamente aquellos cuya sostenibilidad depende del mismo grupo económico que ha dedicado más de cien millones de pesos en estos 2 últimos meses de campaña en sus afanes por controlar el Distrito para beneficio de sus intereses.
Es peligroso para la democracia la proyección de una realidad a partir de una construcción mediática para favorecer intereses de sectores empresariales con sus propias agendas, pero de todas formas “lo mucho hasta Dios lo ve” y el pueblo que es el soberano ha manifestado con vehemente claridad su voluntad de continuar con el Alcalde que ha reelecto varios veces porque lo ha hecho bien, y lo que está bien no se arregla.
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